habíamos olvidado tras un mes en la laguna de Simpson Bay. Me siento fresquito, con la barriga en remojo en agua pura, y una cantidad de fauna marina increíble. Veo hasta dos mantas saltar del agua de alegría al verme (o por otro cualquier motivo...). Los chicos están también felices e hinchan los pulmones con aire fresco. Al amanecer y tras los trámites oportunos en las aduanas e inmigración ponemos rumbo a Norman Island (uno de las 60 islas que conforman el lado británico del archipiélago). Nos damos cuenta de que el entorno es magnífico. Las islas forman como una especie de círculo en el que el espacio navegable del centro reúne unas condiciones únicas en el Caribe para la navegación, ya que las olas casi no penetran

en el interior. Vemos multitud de calitas y playitas con barcos fondeados por el camino, estamos entusiasmados. Unas horas después nos damos cuenta de la otra cara de la moneda. Aquí todo es de pago, en todos los rinconcitos hay instaladas boyas privadas, y como todo aquí son carísimas. Es la cara oculta del Caribe. No hay casi nada barato aquí para un barco que viaja con dos invitados a bordo. No obstante, somos recién llegados y seguro que con los días los chicos aprenderán a moverse por estas aguas. Por desgracia también tenemos que despedirnos de nuestros amigos del Saliar, y se celebra por todo lo alto con una buena ración de frozen margaritas a bordo del William Thornton II, un barco-bar
fondeado en nuestra misma cala y famoso por las fiestas que en él se celebran. Chicos esperamos que sea un hasta pronto!!!!